Hoy en día se han popularizado las clases de Yoga, intensivos y cursos. Valencia al igual que las demás grandes ciudades tiene una amplia oferta de centros de yoga y profesores de distintos estilos y escuelas: Hatha Yoga, Kundalini Yoga, Asthanga Yoga, Raja Yoga, meditación zen...
En las clases aprendemos a respirar, nos estiramos, nos calmamos un poco, conocemos a gente y desarrollamos disciplina. Si tenemos suerte toparemos con un profesor de los que habla claro, y quizás incluso estemos dispuestos a cambiar nuestra alimentación, nuestros hábitos, o a ordenar un poco nuestra vida. En la mayor parte de los casos las clases de yoga pasan a ser un entretenimiento más, con sus cenas y demás encuentros sociales.
Sin embargo en el pasado, la enseñanza del Yoga era transmitida tan solo a unos pocos, se trataban de enseñanzas secretas, celosamente guardadas por aquellos que sabían. El maestro no admitía a cualquiera, las pruebas para el discipulado eran duras, a veces encontrar al maestro en una recóndita cueva suponía arriesgar la vida, y siempre suponía desprenderse de muchas cosas. No existían las clases, las técnicas no se vendían solo eran enseñadas a aquellos que mostraban su valía, compromiso e integridad. Incluso cuando el maestro reunía un grupo de discípulos las enseñanzas eran particulares e intransferibles.
Hoy en día se han popularizado las clases de yoga, pero lo que antiguamente era valido continua siéndolo ahora, el discipulado es el camino del yogui. Las clases de yoga están bien, pueden ser un paso importante para el que busca acercarse al yoga, pero para el que quiere ir más allá echar un vistazo no sirve de nada. Tal persona desea entrar en el yoga, sumergirse en el yoga; si la determinación es fuerte y firme, el discípulo está preparado.
En las clases aprendemos a respirar, nos estiramos, nos calmamos un poco, conocemos a gente y desarrollamos disciplina. Si tenemos suerte toparemos con un profesor de los que habla claro, y quizás incluso estemos dispuestos a cambiar nuestra alimentación, nuestros hábitos, o a ordenar un poco nuestra vida. En la mayor parte de los casos las clases de yoga pasan a ser un entretenimiento más, con sus cenas y demás encuentros sociales.
Sin embargo en el pasado, la enseñanza del Yoga era transmitida tan solo a unos pocos, se trataban de enseñanzas secretas, celosamente guardadas por aquellos que sabían. El maestro no admitía a cualquiera, las pruebas para el discipulado eran duras, a veces encontrar al maestro en una recóndita cueva suponía arriesgar la vida, y siempre suponía desprenderse de muchas cosas. No existían las clases, las técnicas no se vendían solo eran enseñadas a aquellos que mostraban su valía, compromiso e integridad. Incluso cuando el maestro reunía un grupo de discípulos las enseñanzas eran particulares e intransferibles.
Hoy en día se han popularizado las clases de yoga, pero lo que antiguamente era valido continua siéndolo ahora, el discipulado es el camino del yogui. Las clases de yoga están bien, pueden ser un paso importante para el que busca acercarse al yoga, pero para el que quiere ir más allá echar un vistazo no sirve de nada. Tal persona desea entrar en el yoga, sumergirse en el yoga; si la determinación es fuerte y firme, el discípulo está preparado.
Cuando el oído es capaz de oír,
entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría.