Reduce la sal al mínimo


8- La sal o potasio sódico es necesaria tan solo en cantidades muy pequeñas que se adquieren simplemente tomando un par de raciones de pan o queso, los cuales ya llevan sal. No añadas sal a los alimentos, las verduras y frutas tienen los minerales que necesita el cuerpo y mantiene la tensión regulada.

no añadas salTodos los nutrientes que necesita el cuerpo humano solo son requeridos en ciertas cantidades, pero cuando aparecen en exceso pasan a ser más un problema. En la dieta la moderación es una virtud, y esto se aplica también a la sal.
El exceso de sal en la sangre y tejidos corporales es ajustado siempre por el cuerpo, para volver rápidamente al equilibrio y evitar así la muerte. El organismo y la poderosa inteligencia que en el habita, siempre sabe lo que tiene que hacer y lo hace a la perfección, para evitar la muerte por exceso de sal, pero llegado un momento el sistema se derrumba ante la titánica faena que se le impone, y aparece “la enfermedad”: Hipertensión arterial, las enfermedades renales (debido a un trabajo excesivo por parte del riñón para mear el exceso de sodio en la sangre) o la reducción de la masa ósea que conduce a la osteoporosis.


Aunque nos pueda costar admitirlo, hubo un tiempo en que detestábamos la sal. Cuando el bebe toma su primera papilla salada tiende a escupirla por resulta fuerte y desagradable. Sin embargo los padres acostumbrados al consumo de sal, insistirán hasta que el niño acaba por acostumbrarse a tan intenso sabor. Con el tiempo el adulto, ha perdido la sensibilidad del gusto, y no es capaz de notar los agradables sabores de frutas y verduras.

El consumo excesivo de sal está presente en los países industrializados, si uno se fija un poco en la dieta de una persona normal, observara como casi todo lo que ingerimos lleva sal añadida. Cocinamos con sal, el pan lleva sal, las ensaladas, casi todas las conservas llevan sal, el queso lleva sal, los embutidos llevan sal, incluso algunos dulces llevan sal... ¿Porque? Porque la mayor parte de personas han perdido la sensibilidad del gusto y el olfato, y porque de alguna forma son adictos a los “sabores fuertes”.

Los sentidos físicos, tienen una curiosa forma de funcionar, por contraste, y el gusto no es ninguna excepción. Imaginemos alguien que anda por el campo en la noche, a persona lleva una linterna y al apagarla no ve nada y se vuelve torpe. Pero si continua sin encender la linterna, empezara a vislumbrar distintos tonos y formas en la oscuridad, y con el tiempo los ojos verán perfectamente con la sutil luz de las estrellas. Igual pasa con los sabores, que quedan en su mayoría ocultos bajo el foco de la sal. Asi encontraremos personas que piensas que les gusta la carne, pero les gusta la sal, o que piensan que les gusta el tomate, pero les gusta la sal. Prueba de ello es que cuando toman el alimento sin sal, salsas ni añadidos, no les gusta.

Hace tiempo me di cuenta de ello, y me planteé a mí mismo un pequeño reto, un experimento, alimentarme durante un par de semanas sin nada de sal añadida, queria saber si era adicto a la sal, o podia dejarla a voluntad. Evidentemente al principio no notaba a penas los sabores de los alimentos. Pero según fueron pasando los días, se refino mi paladar, y entre en un mundo nuevo de sabores y percepciones. Para los practicantes de yoga, refinar el paladar y el resto de sentidos es importante, pues nuestro camino siempre es hacia planos más sutiles. Tras el periodo de “desintoxicación” moderé mucho la cantidad de sal en las comidas, hasta el punto de no añadir nunca sal a los alimentos, ya que he comprobado que las sales minerales de los vegetales crudos, y la que lleva el pan y el queso que tomamos diariamente es más que suficiente.