La vida en las ciudades es una marea de pensamientos y sentimientos que vienen y van, es raro encontrar personas equilibradas, pero solo cuando tal actividad incesante de pensamientos llega a hacer sufrir a la persona, es cuando se plantea si hay otro modo de pensar y vivir. La meditación surge entonces como una esperanza, una salida a tal estado, pero muchos abandonan por no conocer el modo correcto de abordar la ciencia del yoga mental o meditación.
Uno de los equívocos e idea simplista, nos dice que meditar es dejar de pensar, así lo creen muchas personas que abordan estas prácticas de forma individual o colectiva. Esta idea les suele conducir a dos estados que nada tienen que ver con la meditación. La persona en la que predomina la inercia tiende a caer en un vacío de pensamiento similar a la somnolencia, cual conciencia anestesiada que no es sensible de su propio sufrimiento y ansiedad, y llegan incluso a dormirse. Tal estado nada tiene que ver con la meditación que es un despertar de la consciencia a estados más lúcidos y equilibrados.
Por otro lado encontramos a la persona que al sentarse en meditación trata de estar en calma, pero observa que los pensamientos surgen sin cesar, e incluso se incrementan al sentarse y parar físicamente. Tales pensamientos suelen ser desagradables, cíclicos y fruto de la ansiedad, de forma que se repiten sistemáticamente, entonces la persona trata de parar los pensamientos y no pensar. Esto lleva al neófito a un conflicto porque le resulta imposible parar la marea de pensamientos que él mismo ha generado, o permitido en el pasado.
En su intento de calmarse genera una lucha, pensamiento contra pensamiento, con lo que la mayor parte de las veces simplemente se incrementa la marea y la persona desiste de la meditación pensando que no es posible para ella entrar en esos estados de calma y quietud de los que ha oído o leído. Detente, no luches de momento, toma datos, obsérvate, eso esta en ti, no rechaces, no lo alimentes, acéptalo y déjalo pasar ¿porque les das tanta importancia? solo son una parte, hay mucho más en ti.
¿Cual es la actitud entonces? Digamos que no hay modo de meditar, pero que la persona puede crear condiciones en las que la meditación se asiente en ella. ¿Que condiciones? Lo que la persona puede buscar en un principio es un estado de equilibrio y calma, que es lo que podemos llamar “aprender a sentarse con uno mismo”. Para ello será necesario en principio aprender a pensar, no dejar de pensar, sino aprender a pensar. No luchar con los pensamientos sino generar aquellos pensamientos más elevados que nos conducen a un equilibrio personal. Se podría hablar mucho más sobre ello, pero ante todo es imprescindible la práctica para alcanzar un equilibrio interior. El esfuerzo perseverante es la clave. Práctica, práctica y más práctica.
Uno de los equívocos e idea simplista, nos dice que meditar es dejar de pensar, así lo creen muchas personas que abordan estas prácticas de forma individual o colectiva. Esta idea les suele conducir a dos estados que nada tienen que ver con la meditación. La persona en la que predomina la inercia tiende a caer en un vacío de pensamiento similar a la somnolencia, cual conciencia anestesiada que no es sensible de su propio sufrimiento y ansiedad, y llegan incluso a dormirse. Tal estado nada tiene que ver con la meditación que es un despertar de la consciencia a estados más lúcidos y equilibrados.
Por otro lado encontramos a la persona que al sentarse en meditación trata de estar en calma, pero observa que los pensamientos surgen sin cesar, e incluso se incrementan al sentarse y parar físicamente. Tales pensamientos suelen ser desagradables, cíclicos y fruto de la ansiedad, de forma que se repiten sistemáticamente, entonces la persona trata de parar los pensamientos y no pensar. Esto lleva al neófito a un conflicto porque le resulta imposible parar la marea de pensamientos que él mismo ha generado, o permitido en el pasado.
En su intento de calmarse genera una lucha, pensamiento contra pensamiento, con lo que la mayor parte de las veces simplemente se incrementa la marea y la persona desiste de la meditación pensando que no es posible para ella entrar en esos estados de calma y quietud de los que ha oído o leído. Detente, no luches de momento, toma datos, obsérvate, eso esta en ti, no rechaces, no lo alimentes, acéptalo y déjalo pasar ¿porque les das tanta importancia? solo son una parte, hay mucho más en ti.
¿Cual es la actitud entonces? Digamos que no hay modo de meditar, pero que la persona puede crear condiciones en las que la meditación se asiente en ella. ¿Que condiciones? Lo que la persona puede buscar en un principio es un estado de equilibrio y calma, que es lo que podemos llamar “aprender a sentarse con uno mismo”. Para ello será necesario en principio aprender a pensar, no dejar de pensar, sino aprender a pensar. No luchar con los pensamientos sino generar aquellos pensamientos más elevados que nos conducen a un equilibrio personal. Se podría hablar mucho más sobre ello, pero ante todo es imprescindible la práctica para alcanzar un equilibrio interior. El esfuerzo perseverante es la clave. Práctica, práctica y más práctica.