Uno de los efectos del hatha yoga, es remover y reequilibrar el metabolismo de la persona, de forma que sea capaz de reactivarse o detenerse según las circunstancias lo requieran. Tras unos minutos realizando asanas y estiramientos el cuerpo empieza a generar calor y este expande por todo el cuerpo, este proceso natural es lo que llamó “enchufar la estufa”.
Observamos que hay personas que son extremadamente sensibles a los cambios de temperatura, y siempre dependen en otoño e invierno del abrigo externo. Incluso hay quien a llegado a un punto no hay abrigo que le caliente, por muchas capas de ropa que se ponga siempre tiene frío, siempre terminan buscando una estufa o espacio cerrado con calefacción. La humedad podrán decir algunos, es posible, pero hay otro aspecto.
En verdad el abrigo y la ropa no calienta; al igual que los sacos de dormir su función no es calentar, sino simplemente impedir que nuestro calor corporal se disipe rápidamente. En pocas palabras la estufa es uno mismo, y a veces la estufa no funciona. ¿Porque no? Es raro que la estufa no funciones por falta de combustible (grasas), digamos que se ha acostumbrado tanto al cuerpo a las estufas internas y otras comodidades, que las capacidades propias que tiene se aletargan de forma paulatina, siendo una de esas capacidades la de generar calor. El yoga despierta estas capacidades latentes en el humano, y las vuelve funcionales, si el hombre no hace mucho más física y mentalmente es por falta de necesidad, práctica y entrenamiento.
Tenemos una estufa interna incorporada que podemos potenciar, desde luego que ya no funciona con la capacidad que quizás tenia en nuestros antepasados o en los animales, acostumbrados a vivir y dormir en la intemperie. No quiere decir esto que todo el mundo haya de prescindir de las comodidades o que tengamos que eliminar la calefacción de nuestras casas, pero si aprender a funcionar indistintamente con una o la otra. Si sabemos enchufar la estufa interna, no dependeremos tanto de la externa.
